La historia describe que, aproximadamente desde el año 3100 a de Cristo, existe documentación fehaciente que permite constatar que el hombre ha buscado y promovido espacios y metodologías que le posibiliten crear, mantener y desarrollar vínculos de relación religiosa, de gobierno, oficial y formal dentro y fuera de su misma cultura, en el marco de la organización social de cada época. Estos espacios y metodologías se han representado a través de usos sociales, costumbres y hábitos los cuales, en determinadas circunstancias y contextos, han dado paso al establecimiento de normas y leyes que definían precedente y marcaban lineamiento sobre las modalidades de interrelación y de accionar público, acorde al escenario social donde se suscitaba el acto, evento o acontecimiento. Es así como nace, evoluciona y se desarrolla el Ceremonial, delineando, en cada paso de la historia, su rol protagónico en la conformación de relaciones formales - entre e inter -, estatales, institucionales y grupales, y definiéndose como un conjunto de normas, reglas y procedimientos establecidos en acuerdo con las tradiciones y costumbres sociales aceptadas, para la correcta planificación, organización e implementación de las actividades y acontecimientos protocolares, oficiales, privados y públicos – externos - o internos.
Bajo esta premisa, la planificación, organización y evaluación de toda ceremonial, permiten dar cuenta del grado de profesionalismo, reconocimiento y cortesía que una organización pone al servicio de sus públicos de interés, con el propósito de promover los vínculos que los relacionan, fortaleciendo internamente su cultura organizacional y, externamente, el posicionamiento de imagen favorable de la misma.
La pragmática original de estos quehaceres del Ceremonial, encontraron, en la enseñanza universitaria, su cauce profundo hacia la profesionalización disciplinar, incorporando los conocimientos científicos, metodológicos, técnicos, legales y artísticos necesarios para su eficiente ejercicio.
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